Si Bogotá fuera una gran casa, La Macarena, ese barrio bohemio en las faldas de los cerros de la ciudad, sería el pequeño y cálido estudio de la parte trasera.
Y eso, precisamente, es lo que quiere decir SoHo (la abreviatura de small office - home office), un lugar en donde el límite entre trabajo y placer se desdibuja en medio de un ambiente casero no comercial, de música tranquila y de aroma a café recién preparado.
Ese concepto imaginario de calidez es el que se ha propuesto un grupo de vecinos y dueños de restaurantes, cafés, galerías y librerías desde hace un par de años en La Macarena. Un sueño al que le pusieron nombre: ‘el SoHo bogotano’.
Y, a juzgar por la prensa internacional, ese anhelo ya ha empezado a volverse realidad. Para The New York Times, ese barrio es "el lugar con el que Bogotá conoció el mundo" y para la revista Travel, de Vogue, el sitio imperdible de Colombia para el 2013.
Un barrio no planeado –a diferencia de sus vecinos Bosque Izquierdo y La Perseverancia, que hacia la década de los 70 se volvió un sitio de reunión del círculo de artistas e intelectuales quizá más influyente y polémico de la segunda mitad del siglo XX en el país.
Hoy, pese a la ‘movida’ cultural y bohemia, se conserva ese ambiente de barrio tranquilo y silencioso en donde todos se conocen y donde el tendero, el panadero o el cerrajero son protagonistas.
Ir a La Macarena es recoger los pasos del pintor Enrique Grau o del fotógrafo Hernán Díaz. Es arroparse bajo la genialidad del arquitecto Rogelio Salmona, que creó las famosas Torres del Parque, o conocer la historia de una decena de folcloristas e íconos de la cultura como la bailarina Delia Zapata, el director de teatro Enrique Buenaventura o la cantante Leonor González Mina.
Todos, vecinos alguna vez de la zona y miembros de un movimiento cultural que sacudió la pacata sociedad conservadora de entonces y que, incluso, le mereció a La Macarena el mote de ‘La Colina de la deshonra’, dadas las tertulias y rumbas que se armaban en cualquiera de los apartamentos del sector.
Igual da sentarse a cenar en la misma mesa que por años lo hizo el humorista Jaime Garzón en El Patio, el restaurante pionero del barrio, que probar los ‘pulpos baby’ con sandía asada a la parrilla de La Esquina, un lugar con unos 15 años menos de historia pero que fue premiado como el mejor restaurante nuevo de Bogotá.
"Un sitio de intelectuales. Jaime Garzón, por ejemplo, venía tanto que las cuentas se las cobrábamos mensualmente", dice Fernando Bernal, fundador y dueño de El Patio. Luego, y mientras pone una salsa de ajo sobre un pan tostado, dice nostálgico y cariñoso: "Y se murió debiéndonos algunas cuentas".
No hay duda. La Macarena es hoy un referente turístico con una oferta gastronómica sin igual y más parecido a Palermo, en Buenos Aires, que a los bulliciosos SoHo de New York o Londres.
Son más de 30 restaurantes, bares, tiendas y cafés, entre los que resultan imperdibles el español Gaudí, La Juguetería, La Tapería o La Frontera. Hay también cuatro galerías, el teatro La Macarena –que no está justamente dentro del barrio–, la librería Luvina y el centro cultural de danza y técnica vocal Colombia Negra.